sábado, 30 de abril de 2016

Camposanto de voluntades

El cielo estaba encapotado, llovía a cántaros mientras avanzábamos de manera fatigosa.
Él llevaba un gran ramo de flores y tenía rato entre profundas lamentaciones. "¿Llegaremos al velorio?, ¿quién era?, ¿de dónde le conocía?", pregunté al Quijote sin obtener respuesta. El dolor ahogó su voz.
- ¿Cómo sucedió fue un accidente? o, quizás, ¿una muerte natural? -un escalofrío me bajó por el espinazo antes de terminar. Estábamos en el camposanto.
Don Quijote descabalgó, dejando a Rocinante atrás, fue dividiendo el ramo que traía. Entre la penumbra, yo no conseguía diferenciar frente a cuántas tumbas murmuraba palabras de condolencia y despedida. Creí que se trataba de una aldea, mientras tenía el presentimiento de conocer aquel lugar.
Ahora con las manos vacías, acariciaba una lapida...grande en demasía.
Un rayo de luz atravesó las nubes, entonces, encontré al hombre arrodillado frente a un molino de viento. Derruido, con algunos ladrillos de menos y las aspas rotas por el tiempo.
- ¡¿Por qué tanto lamento?! ¡¡Se trata de viejos molinos!! ¡¡Vamos, hombre, levántese!! -le convidé.
- ¡¿Molinos, dice, amigo?! ¡¿Acaso está usted sordo?! ¿No escucha el lamento de las almas y las penas que arrastran? -respondió entre gruesas lágrimas.
- Pero, ¿qué dice? Es el viento entre las ramas, las hojas que el viento arrastra por el suelo... -intenté de hacerlo razonar.
- ¡¿Tan ciego está?! -se quejó entre grandes gestos y ademanes-. Tenga respeto por las almas de los difuntos, no perturbe sus memorias.
- No hay almas en penas acá, no hay tumba en este lu...
- Aquí yacen inertes y cadavéricos los acuerdos de paz entre la naturaleza y la humanidad. Aquí yace el alma mártir de miles de voluntades, que gritan a los oídos sordos de quienes se autodefinen pragmáticos, de ciegos que juran ver. Aquí yace en perpetua condena los que pudieron construir la sociedad que necesitamos. Esto que usted llama llanamente "molinos de viento", es el reflejo del alma de millones de soñadores, que se derrumban y desmoronan, porque nadie ha entendido su mensaje.
- ¿Qué mensaje podrían dar estructuras vacías, sin propósito y confinadas al olvido?
- ¿No lo entiende aún, amigo? Están aquí para enseñar que la voluntad, como el viento, mueve todo a su derredor. Que es fuente de energía para el mundo, aunque este le desconozca. Son analogía para poetas y locos, que miran y entienden más allá de "molinos de viento" -acarició las paredes musgosas, ahogando el lamento-.
El viento silbaba entre las copas de los árboles y las hojas se arremolinaban a nuestros pies, mientras el Quijote lloraba a los suyos. Su duelo era silencioso y, tan profundo como su silencio, era su luto por los suyos. Por su estirpe que caía en pedazos, sin dolientes que elevasen una súplica por sus almas.