Ayer, con la atención dividida, escuché una frase que tenía que compartir: "La creatividad no nació para quedarse en un cajón". En cuestión de segundos, se hilaron pensamientos que tenía rondando en la cabeza. En lo personal, concibo la creatividad como la energía, no se destruye solo se transforma. Pasa de un área a otra transformando todo lo que toca.
Con frecuencia nos cuesta compartir lo que hacemos, lo que nos apasiona. Nos volvemos víctimas de un diálogo intrapersonal destructivo, nos saboteamos y minimizamos nuestros esfuerzos. Sin embargo, estas actitudes solo acabarán por confinarnos a la pasividad.
Es curioso lo que encontramos del otro lado del miedo.

Esperar que las circunstancias sean las idóneas para empezar, es una hermosa mentira que nos deja en nada. Una excusa que repetiremos con esperanza de hacerla real.
Callar es amordazarnos el sentimiento.
Se me hizo corto el reciente encuentro de poetas en Caracas, aún amanezco con la esperanza de encontrarme con esa brillantes personas (en talento y calidad humana) al doblar cualquier esquina de mi ciudad. Se me hizo corto el festival en mi universidad, quería compartir más con aquellos chicos que están descubriendo el valor de sus letras. ¡Qué corto se hace el tiempo cuando escuchas otras voces! ¡Cuando sabes que estás donde debes!
La lógica tras sacar del cajón nuestra creatividad es entenderla en sus dimensiones reales. Una nota puede ser muy bella, pero sola jamás será una canción. La creatividad, el ingenio, el amor por el arte, crece cuando lo sacamos de su encierro, hallamos en esa suerte de donación gratuita un mar de inspiración, de ideas que yacían dormidas y desapercibidas.
El camino, como el tiempo, se hace corto cuando estás bien acompañado. Cuando te sientes realizado, agradecido y ansioso por repetir la experiencia. Así que, queridos lectores, estaré publicando con frecuencia algunos de mis escritos y pensamientos desordenados (mis disculpas a quienes sospechen tener TOC).
¡Sacudamos el polvo de nuestra creatividad!