Habrá para quien la pregunta será retórica y quien conseguirá un tema de debate. Pero, ¿y si fuera cierto? ¿Cuál sería el resultado?
Este post, procura acercarnos a la respuesta.
En entradas anteriores, les hablé sobre mi colección de frases. Lo considero un recurso de infinita inspiración y reflexión, es que en su aparente sencillez nos conectan con lo más profundo del pensamiento humano. En unas pocas palabras, nos hace plantearnos la realidad como nunca antes, cambiar la perspectiva por la cual nos regimos y a crecer en más de un sentido. Tienden puentes entre generaciones y las personas más diversas posibles.

"¿Cómo tu invento podría cambiar el mundo? -inquirió desconfiado.
- Si viese a un niño volando en un jet pack, creería que todo es posible... ¿No cree que eso cambiaría el mundo?", Tomorrowland.
Un diálogo tan sencillo y contundente en esencia, me hizo recordar que las acciones superan lo obvio. La obra más "común" puede dejar una marca imborrable en otros, puede ser un parte aguas. En ocasiones solo necesitamos la convicción de que todo es posible. Entonces, el fracaso o el éxito dependerá del esfuerzo y la pasión que tengamos
Tomorrowland es la clase de película que nuestra generación, rica en sueños y pasión, debe considerar con la oportuna seriedad. Porque nos retrata; retrata nuestras luchas, la incomprensión así como la rebeldía justificada de avanzar aunque los números y posibilidades estén en nuestra contra. Tomorrowland nos encara con el futuro que podemos construir, entre visionarios, soñadores y locos. Nos presenta un camino poblado de inconvenientes y rechazos, que a ninguno se le hará ajeno, pero que asumimos cuando recibimos nuestro "pin". Ese diminuto accesorio que me atrevo a comparar con una semilla. Se plantan semillas a consciencia de que, con los cuidados necesarios, tendremos a un árbol con sus frutos, su sombra, su aire renovado y la esperanza que nos envuelve.
Encuentro en el primer contacto de Casey con el pin, una analogía entre cada persona y su sueño; su pasión. Resulta abrumador, onírico y... hasta adictivo. Porque lo vemos y sentimos tan cerca, tan real y palpable. Nos transportamos a esa realidad que llegará, que forjaremos entre insomnios, sangre, sudor y lágrimas.
Este filme, nos enseña a pensar fuera del cajón. A contemplar y valorar los diferentes ángulos de la misma realidad, de la cotidianidad. En fin, nos muestra que somos artesanos que moldeamos nuestro porvenir.
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