Acá estamos, en la recta final de un año. En nuestra mente se aglomera el collage de los meses y el tren de los recuerdos. Nos movemos en una película de cuatro dimensiones que nos aturde a ratos. Acá estamos en la cuenta regresiva de cada 31 de diciembre. Me era impensable despedir el año, sin coincidir con ustedes en esta habitación virtual. La tecnología se hizo parte de nuestra cotidianidad y nos acompañamos aún en la distancia. Aunque no miremos nuestros rostros o no nos crucemos en alguna calle de nuestra ciudad.
Los lazos que compartimos y estrechamos duran tanto como lo permitimos. Mientras leen estas líneas, mi mente es una cascada de pensamientos. El blog se nutre de cuánto me rodea y, especialmente, de quienes me rodean. Hoy muchos harán listas con sus propósitos o metas para el 2017. En cambio, yo solo quiero agradecer.
Agradezco por la vida y las personas en ella.
Convivir es un reto descomunal que puede consumir todas nuestras fuerzas, y nos hace vacilar día tras día. Sin embargo, tampoco tengo inclinación a ser ermitaña, ¡y menos mal! Si lo fuera, cuántas bendiciones bajo apariencias de personas me hubiese perdido. Creo que lo comenté en una publicación anterior, pero me considero pronoica. Es decir, siempre siento que todo confabula a mi favor. ¿Cómo podría ser de otra manera? Si he recibido un afecto descomunal de personas que recién me conocían. Uno atraviesa eternas luchas en silencio, ¡y qué maravilla es que rendirte sea irriosorio, porque quieres estar para tantos!
Estar vinculados con los demás, es una bendición en todo el orden de la palabra. Porque así nos sostenemos mutuamente. Somos compañeros en un mismo trayecto, aunque nuestras perspectivas sean diferentes. Hoy, quiero agradecer a quienes me enseñaron que siempre se alzará el sol. Qué besará nuestras frentes como un gesto de honda devoción. Qué aún en nuestra debilidad, se esconde una profunda fortaleza. Gracias por tanto amor, tanto afecto, por los abrazos, las charlas, los comentarios, por cada palabra que voy tallando en mi alma.
Me es incomprensible la vida sin gratitud, sin abrirse el tiempo para los demás. Para estar. ¡Oh, la importancia sublime del estar, de la presencia! Se despide el año, ¿y cuántas soledades marchitamos? ¿Cuánta fortaleza dinos? ¿Cuánto amor repartimos? En fin, ¿qué tan humanos fuimos en esta época que cierra sus pétalos hoy?
Como no podía ser de otra manera, les traje un poema que escribí y reservé para la fecha.
Escasean los segundos
Escucho tus lágrimas,
cabizbajo preparas tus maletas,
en la cama descansa
tu pasaporte al olvido.
Hace nada,
eras un niño.
Ahora ves tus canas y arrugas
sin reconocerte.
Entregaste lo mejor que tenías,
te diste sin medida,
sin reservas;
y muchos recuerdan
solo el dolor,
los tragos amargos.
Caes a pedazos,
mientras tu visa
de turista expira.
Antes que den las 12am
y nunca retornes,
te abrazo.
Quedémonos un momento así,
el cielo se torna gris,
también fuiste crudo conmigo
incluso, pensé que reponerme
sería imposible.
Acá estoy,
te agradezco tu temperamento,
bipolar y franco, tus despojos
y manías.
Escasean los segundos
que son tu aire,
parte a su encuentro
¡y agradécele de mi parte!
Me envió contigo,
bendiciones vestidas de personas,
respuestas a tantas preguntas
y una lluvia de afectos
que jamás amainó.
Todo futuro es tiempo incierto. Entonces, hagamos cierto lo que hay en nosotros, Ustedes me enseñaron y me mantuvieron en contacto con la razón primordial para escribir. Esa que golpea en mis adentros y es incontenible como un mar. Más allá de lo que pueda recibir, se trata de lo que doy. De lo que aporto y construyo, de cómo pueden abrigarse en mis letras. Como las utilizan para enfrentar su día a día, con una sonrisa y fortaleza renovada. Escribo por esas expresiones de un alma acurrucada, acunada en medio de la tempestad de las realidades que nos estremecen. No soy escritora, pero cuánto les trasmito, cuánto acogen es lo más sublime que pudiese pedir. Por ello, deseo e imploro qué Dios los colme de bendiciones. ¡Qué les dé y multiplique al infinito cuánto me han aportado con su mera existencia! No subestimen jamás el impacto que sus vidas y obras tienen en los demás. Aunque el tiempo sea semejante a un parpadeo, hagamos que valga la pena. ¡Qué sea memorable cada segundo! ¡Feliz 2017 que descubras y revivas la maravilla que eres, querido lector!
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