martes, 16 de octubre de 2018

Crisis vs. Creatividad

¿Qué pasa con nosotros en los momentos más críticos de nuestra vida? Dejemos de lado el fingir. O echemos al fuego esas percepciones erradas de un mundo idílico y perfecto, donde no salimos heridos. Donde somos súper humanos, donde las circunstancias no nos calan hasta el alma. Porque como se dice popularmente, a veces la procesión va por dentro.
Por poner un ejemplo, sin citar nombres. La gente puede concebir a otras como arcoiris. Ah, pero olvidan que la naturaleza es perfecta. No puede existir un arcoiris sin temporal previo, porque estaríamos hablando de un prisma. Si estás viendo el "arcoiris" de la vida de otro, pregúntate primero cuántos temporales tuvo que atravesar para llegar hasta allí. Porque de lo contrario, correrás el riesgo de pensar que los otros están en burbujas. En un mundo sacado de un invento.
Hace poco, por casualidad escuché un programa de radio interesantísimo. Sí, en superlativo. Hablaban de la importancia de visualizarnos en un futuro. De manera, que poniéndonos metas trabajemos sobre ellas. Con la situación de país que vivimos, puede parecer que estamos en medio de una tortura de película: donde nos hunden el rostro en una tina para ahogarnos, la sacan y repiten el proceso. Aunque no suelo escuchar con frecuencia la radio, el programa me enganchó al momento.
Porque desde una perspectiva realista nos siguen diciendo que tenemos oportunidades de crecimiento. En este instante, lo asocio con un comentario que escuché de uno de mis profesores en la universidad: "no es la universidad, es el estudiante". Contextualizaré para darme a entender, porque es un detalle esencial. Mi profesora nos comentaba que había entrado a recibir clases -no recuerdo los pormenores-, pero se sentía intimidada porque los demás eran estudiantes de prestigiosas universidades. En comparación, ella sentía que su Alma Mater quedaba "pequeña". No obstante, en poco tiempo mi profesora se destacó entre el resto de estudiantes por su rendimiento.
Traslademos ahora  esta experiencia a la realidad del país. ¿Qué ha pasado con los venezolanos que emigran? Una parte importante de ellos sobresale en sus trabajos en el exterior, por la calidad de servicio, por su profesionalidad, por su rendimiento académico. La diáspora venezolana está nutriendo la cultura de otros países. He visto varios videos, publicaciones y variedad de contenido en que los venezolanos cumplen con el perfil que buscan las empresas extranjeras. Aunque siempre habrá quienes tengan sus reservas y piensen que los venezolanos "quitan el trabajo". También de acá parte un análisis interesante.
Tomaré como ejemplo el video de un chico peruano. Él comentaba que los venezolanos no "quitan trabajo a los peruanos". No, no, nada que ver. Lo que sucede es una historia completamente diferente. Al venezolano lo contratan porque está altamente capacitado, porque las empresas cubren las vacantes no partiendo de una nacionalidad: sino de un perfil del profesional y las necesidades del cargo. Entonces, ¿qué sucede? Ocurre que los trabajadores de varios países, se han quedado "dormidos". Optaron por una actitud pasiva, frente a la proactividad del venezolano. Mientras que otros por estar en su país de origen sienten que el Estado está obligado a darles un trabajo -lo que difiere del cielo a la tierra de darle oportunidades de trabajo-, los venezolanos tienen que ganarse las oportunidades a pulso. Justamente, por estar fuera de su país natal.
Retomemos el hilo conductor, el meollo del asunto, "no es la universidad, es el estudiante". Cada uno sabe cómo está Venezuela en estos tiempos, pero ¿cómo estoy yo como venezolano? En el programa, comentaban que la visualización y las metas, te ayudaban a crecer. Compartiré mi experiencia en este aspecto, porque allí radica la valoración que le di al programa radial. Desde hace años, quería tener la oportunidad de leerme 52 libros en un año. Es decir, uno semanal. Como toda lectora, siento que hay demasiados libros preciosos por descubrir.
Con toda la polémica venezolana de fondo, hice el esfuerzo y logré leer 28 títulos. Acá inserto el comentario del entrevistado, aunque no cumplas con el objetivo te ayudó a trabajar sobre ti. A no quedarte estático. Es la mayor cantidad de libros que he leído en un año, en este 2018 llevo cinco leídos y estoy con el sexto. Si algo me dejó el conflictivo y engorroso 2017, fue el sano hábito de exiliar miedos. Bendito sea Dios, que encontré la oportunidad de "despertar" o desarrollar habilidades que no sabía que tenía.
Dejé de preguntarme si algo podía hacerse. Cambié la pregunta a ¿cómo puedo hacerlo? Me enfoqué en conseguir y aprovechar cada oportunidad que estaba al alcance. Mi creatividad tuvo un año entero de intenso entrenamiento. Si había que hacer algo, simplemente me preguntaba qué se necesitaba para ello. Me recuerda un poco a la película "McFarland: sin límites", donde los muchachos tenían que correr kilómetros para llegar a clases, descubriendo luego sus aptitudes para el atletismo. ¿Por qué el paralelismo? Porque la realidad que atravesamos, podemos convertirla en un trampolín a futuro. Pondré otro ejemplo, una querida amiga me comentó que estaba haciendo de "todera" en su trabajo. Aunque olvidé decírselo, a la larga ella estará sobrecalificada para cargos en otras empresas: en una realidad más normal. Pero, ¿qué sucede en el interin? Aprenderá a manejar el estrés, ella no es la clase de personas que se dejan hundir por las circunstancias. Hará cuánto pueda, cuánto esté a su alcance, como supo explicarme.
En cuanto a mí, la crisis puede ahogar muchas cosas, pero la creatividad sale a flote. Como también comentaban en el programa, no puedes dejarte quitar la esperanza. La esperanza es la última en perderse. Fue la última en quedarse en la Caja de Pandora. Si Mandela pudo estar preso en una habitación estrechísima y no dejarse vencer por el odio o la venganza, sino nutrir su mente. ¿Por qué no intentamos hacer algo así?
En plena posesión de mi libre albedrío, soy amante declarada de la poca o mucha creatividad que tengo. Mi disposición de crecer y aprender, va en aumento. No me da miedo el trabajo, ni una agenda a rebosar. De hecho, suelo involucrarme con una renovada emoción. Con un anhelo latente de conocer qué tan lejos llegaremos, qué ocurrirá si probamos esto o Al contrario, pocas veces nuestras mentes o manos están quietas. Estamos creando, innovando, planificando, aprendiendo y superando a pulso incontables obstáculos.
aquello, con un fascinación por experimentar. Como lo saben mis queridos amigos que planifican conmigo codo a codo. Al contrario, cada día me ayudan a planificarme más. A tener ese anhelo de hacer bien cada detalle y a la primera.
Esta crisis nos enseña a lidiar con la frustración. Siendo esta una habilidad indispensable para el ser humano. Nos ayuda a maniobrar rápido, a tener un abecedario completo de planes auxiliares. Finalmente, queda en nosotros tener una mentalidad derrotista o levantarnos de nuevo con renovadas fuerzas. Leyendo material sobre cómo escribir mejor, encontré algo que caló muy hondo en mi mente. No recuerdo las palabras exactas, pero iban más o menos así: sabemos que vamos a morir, pero qué haremos hasta entonces. Aunque se refería a cómo se terminaba una narración literaria, a la importancia de terminarla con esperanza. Es fácil trasferirlo a nuestro vivir cotidiano.

El valor del error: menos photoshop, menos retoques y filtros

Hoy quiero comenzar hablándoles de rocas. Recuerdo un extracto de un libro que leí alrededor de un año, en esa historia a los niños se les enseñaba a ser muy perceptivos. La educación se basaba en preguntarles qué veían, así ellos iban analizando cada detalles. En un momento dado, los papás de la protagonista le preguntaban qué veía en las rocas del río. Le sacaron un par de ellas, una de formas redondeadas y otra marcada por ángulos.
La respuesta de la niña fue que la roca de bordes suaves tenía más tiempo siguiendo la corriente del río. Porque la fricción con otras rocas y la corriente acabaron por pulirla. ¿Por qué comenzar el post con este comentario? Porque el ser humano debe ser como la roca de un río, debe tener contacto con la realidad. Al relacionarnos con otros nos "pulimos", poco a pocos dejamos de herirnos mutuamente.
Estamos en una época en que nos sumergimos en la tecnología como si fuera el mar. Sin embargo, ¿en qué mar no hay riesgos? De los incontables riesgos a los que nos exponemos, hoy quiero referirme a uno en específico: buscar una perfección ilusoria.
Después de leer algunos artículos -y compararlos con la realidad- es muy fácil caer en la tentación de llevar una vida de Instagram. Una vida llena de momentos perfectos, gente perfecta, vidas perfectas. Excepto que... la vida no transcurre en el set de una película. Hay errores, fracasos, malas rachas y decepciones que tienen poco espacio en las redes. Tampoco se trata de sustituir la charla con un buen amigo por las publicaciones, sacando a relucir todo lo que nos pasa.
Es algo muy distinto. Es entender que en las redes sociales se muestra lo que se quiere. Como quien se edita las ojeras, aclara la piel o procura "quitarse" algunos kilos. Después de todo, la vida va mucho más allá de una pose para la foto de turno. A veces adoptamos y nutrimos actitudes que se convierten en serpientes, poco a poco se enroscan en torno a nosotros hasta asfixiarnos.
Esta serpiente de navegar sin rumbo entre los millones de perfiles o fotos, nos desconecta. Buscamos que nuestros días pasen sin errores, sin decepciones, sin caídas porque resultaría "poco estético". Entonces, escogemos convertirnos en flores artificiales, meros adornos pero sin una hebra de autenticidad. En lo particular, prefiero los errores.
Prefiero equivocarme mil veces. Aún con toda la impotencia que pueda sentir. Prefiero dar el todo por el todo, dar lo máximo de mí: aunque pase desapercibido, aunque sea infravalorado, aunque no resulte como esperaba. Hace algunos años, lo viví con mucha intensidad. Decidí participar en múltiples concursos de literatura y fue una decepción tras otra. Cuando me enteraba de los resultados, era como si apagasen todas las luces a mi alrededor. Las dudas me caían encima como un torrencial.
No cambiaría esa experiencia. Es difícil preguntarnos si servimos o no para algo que amamos con todo nuestro ser. Algo que nos mueve la fibra en tal medida, que siempre regresamos. Precisamente, esta clase de circunstancias son las que ponen a prueba qué tanto queremos algo.
En mi caso, reforzó mi pasión por la escritura. Puede que alcance mi sueño de ser escritora profesional o puede que no. Sin embargo, no dejaré que dependa de factores exteriores. Seguiré haciendo lo que esté a mi alcance. Pero, cuando se quiere evadir el error o el fracaso, se evade la vida. Acabamos teniendo miedo de mirarnos. De hallarnos cara a cara con nuestras limitaciones y nuestra historia, con nuestras imperfecciones. Si nuestra voluntad por perseguir algo es tan frágil que se quiebra, entonces no valía tanto para nosotros.
En cambio, si después de las caídas volvemos a levantarnos: es porque realmente nos importa. De lo contrario, puede ser que buscábamos otras cosas y las teníamos bajo la etiqueta incorrecta. Así que haremos como Kronk en "Las locuras del emperador", sacaremos el frasco equivocado. Sin embargo, aún estos errores nos ayudan si queremos aprovecharlos. Porque podemos replantearnos, ¿qué queríamos realmente? ¿Por qué estamos decepcionados? ¿Qué hicimos para obtener ese resultado o qué dejamos de hacer?
Es como una buena historia. Sería plana y aburrida si el protagonista está en un mundo perfecto, perfectamente satisfecho. Allí no ocurriría nada. Sin embargo, en las buenas tramas las circunstancias se tornan adversas a los personajes para que puedan crecer. Sin desafíos, sin retos, sin complicaciones al vida sería insípida. Así de insípida se vuelve cuando se reduce a una publicación más en las redes sociales. En lugar de las experiencias con amigos y familiares, el desarrollo emocional, humano y espiritual.
Una trama sin conflictos, no merece ser leída. Una historia sin fracasos, nada nos enseñará. Porque simplemente: no existe. Además, el buscar atajos para "ahorrarnos" los tragos amargos, solo nos debilita emocionalmente haciendo que el choque a futuro sea mucho peor. Habrá momentos en que explotaremos, en que seremos tan volátiles que nos haremos daño y haremos daño a quienes más amamos. Pero está en nosotros, tomar las piezas rotas y volver a juntarlas. Está en nosotros decir: me equivoqué. Te hice daño, nos hice daño y lo lamento con todo mi ser. Hace poco leí que el mayor gesto de amor consiste en tener paciencia. A veces la perdemos, pero permanecemos. El hacer las maletas y poner distancia no es una opción. Porque el amor podrá ser silente, pero siempre permanece.
Nos equivocaremos aún con quienes más amamos. Sin embargo, estos errores no matan el amor cuando es auténtico. Cuando amamos, vamos a seguir allí aunque seamos olvidados. Seguiremos dando el todo por el todo, a pesar de que la realidad sea cada vez más difícil. Porque no se trata de que sea fácil, sino de que valga la pena. Poco a poco dejamos de ser personas angulosas, para ser redondeadas. El valor del error consiste en levantarnos, aunque sintamos que estamos hemos caído sin cesar.
Al final de cuentas, solo cae quien estuvo de pie. Solo fracasa quien estaba obrando. Prefiero el error, a la parálisis. Prefiero caerme otra vez, que jamás levantarme. Prefiero la autenticidad por encima de los filtros o retoques que capa a capa ocultan el verdadero ser.

viernes, 5 de octubre de 2018

¿Adónde te lleva tu voluntad?

¿Cuántas veces nos decimos "no puedo", "no soy capaz", "es demasiado para mí"? Hoy súbitamente, dándole vueltas a este asunto me acordé de una peli que me encanta: Linterna verde. Lo confieso. He perdido la cuenta de cuántas veces la he visto. Además de los efectos especiales, la trama y cómo me enganchan los largometrajes de héroes hay otra razón. La voluntad es el superpoder acá.
El anillo te permite materializar cualquier cosa siempre que te concentres y tengas una férrea voluntad. Y si tuviésemos un anillo así ¿nos serviría?, ¿realmente podríamos crear pistas de carro para evitar desastres? ¿Qué pasaría si desde hoy nos cambiásemos el chip? Así veríamos cuántos cambios se generan al ver la voluntad como lo que es realmente: un superpoder. Dejaríamos de justificar nuestra inacción y excusarnos en las circunstancias. Siempre hallaríamos una forma de involucrarnos. Una manera de aportar.
Hace tiempo me hicieron cambiar de chip. Era de las personas que creían "no tengo nada para aportar", "qué pudiese hacer para ayudar ". Cada cual va cambiando a su ritmo, a su manera. Sin embargo, en mi caso los cambios empezaron con simples ideas de una mente inquieta. La creatividad me acompaña más que mi sombra. Tampoco es que baste con tener ideas. Sino usarlas para partir de allí. Como mamá me dijo hoy: cuando uno empieza a cocinar lo hace con un plan. Cuando nos planteamos una idea, le sigue la acción. ¿Qué necesito para materializarla?
En Linterna verde el anillo amarillo representaba el miedo; el enemigo natural de la voluntad. No dejemos que el miedo a lo desconocido nos gane. ¡¡Qué bonito es salir paso a paso de la zona de confort!! Sí, a mí también me cuesta un mundo. Pero, ¡¡lo vale!! ¿Por qué dejar que el miedo nos frene? Qué triste sería vivir en "el corral" atrapados en nuestra mente. Si alguna vez vieron la serie animada "Recreo" les será más fácil captar la referencia. El miedo tiene ese efecto arrollador en nosotros. Sin embargo, una buena voluntad consigue doblegarlo.
Un dato curioso: escribir es una lucha contra nuestros miedos. En realidad, una batalla sin cuartel. Porque para escribir algo sincero hay que exponerse. Es necesario ser vulnerable, mostrarse real. De lo contrario, lamentablemente se callarían los temas más importantes, más humanos. ¡Claro que da miedo! En realidad, mucho. Sin embargo, creo que las cosas más valiosas lo dan. Es como si el miedo tratara de mordernos los tobillos para impedirnos avanzar.
Da miedo mostrarse diferente. Tener una colección de personajes extravagantes que piensan fuera de la caja y que según todos a su alrededor, ¡son unos completos chiflados! Así es el grueso de mis protagonistas: peces vivos que nadan a contracorriente.
Ser sincero, procurar ser transparente implica enfrentar los miedos y probar la voluntad. Implica darle prioridad a aquellas personas, momentos o ideales que la valen. Aunque parezcamos salidos de un relato de ficción por no dejar caer los brazos.
A pesar de parecer idealistas o vivir en las nubes. Acá también se vale recordar que las apariencias engañan. Para entender, hay que acercarse, hay que escuchar. Hay que ser un libro abierto con el otro.
Ojalá hagamos como el niño protagonista de "Recreo", que pisó las rayas del corral hasta superar el miedo. Cada día nuestra vida, nuestra realidad se alimenta de nuestra voluntad. ¡Es como hacer origami! El papel tomará la forma que deseemos. Sentirse incapaz también es una posición muy cómoda, pero no nos lleva a ninguna parte: como el sillón.
A pesar de sentirnos novatos. Vale la pena decirnos, "no lo sé. Ni idea cómo se hace, pero puedo aprender". La disposición quiebra a la peor crisis. Quiebra lo que nos daña. Entonces, ¿llegó el momento de ponernos el anillo y salir a defender el sector?