jueves, 30 de mayo de 2013

Solidaridad con sello venezolano

Quisiera iniciar, si me lo permiten, con una pequeña crónica de cómo empezó el proceso creativo de este post en particular. 
Pensé en expresarme sobre las noticias más relevantes que han ocurrido dentro de nuestras fronteras, me decidí por el caso de Globovisión. Le daría un matiz distinto, partiendo de la excelente inciativa de Fundación Sanando que acababa de ver en Otra Visión por la pantalla del canal. Una de las fundadoras de la ONG habló de la solidariadad del venezolano, palabras que captaron mi atención. Así que les pregunté a varios amigos qué pensaban sobre la solidaridad en el país, sin siquiera sospechar, que la respuesta me llegaría por medio de hechos horas más tarde.
He visto cómo la planta televisiva pierde seguidores en Twitter hora tras hora, como permaneció en Trendig Topic en Venezuela por días, leí varios de los tuits: rechazaban a Globovisión, pero defendían a sus trabajadores. Los tuiteros estaban conscientes de que el cambio de línea editorial de la empresa escapaba de las manos de sus empleados, justo por ser eso, empleados. Observaba cómo la oposición se desentendía del medio informativo que fue su ventana para expresarse por años: #yanosigoaGlobovisión, #Glovosionyanoteveo se posicionaron y mantuvieron en las tendecias de la red social. En lo personal, siempre he considerado las comparaciones muy odiosas, sin embargo tengo que admitir que no podían faltar. Recuerdo un tuit en particular que rezaba: "RCTV murió de pie, Globovisión vivirá de rodillas", me refiero a él porque expresa claramente en qué se convirtió la planta televisiva para quienes la respaldaron por más de 14 años.
Dicen que las malas noticias no se hacen esperar, sabiduría popular que se cumplió cuando
consiguió su espacio como TT en Venezuela. Lo curioso del hashtag es que se basó en lo que tuiteó el comunicador social venezolano días antes sobre la salida del diputado Ismael Garcia del mismo canal.
Una de las razones que le expusieron a Kico Bautista al momento de despedirlo, fue haber apoyado en su perfil de Twitter a Henrique Capriles Radonski. Dos actos de solidaridad que se convirtieron en "la justificación" de su salida de Globovisión. Sin embargo, me niego a ser pesimista, así que este post tampoco lo será.
Algunos creen en el karma, otros (como yo) en la justicia divina, en que cosechas lo que siembas y la vida te da lo que mereces. Solo pasó un día para que nos diesen (no sólo a Venezuela, sino a todo aquel que sepa del caso) una lección de solidaridad con sello venezolano. Carla Angola y Pedro Luis Flores, renunciaron a sus cargos en el canal en apoyo a su colega y amigo Kico Bautista con quien compartieron durante años en el programa Buenas Noches. Quedé sin palabras, porque para actuar como lo hicieron teniendo en cuenta la realidad de la nación, hay que tener unos principios sumamente sólidos. Sobretodo en los tiempos que vivimos donde el comunicador social lucha por abrirse espacios para ejercer su pasión.
No tuve que preguntar más, era innecesario. Por qué lo haría, si una imagen vale más que mil palabras, ¿cuánto no vale renunciar a un trabajo de 17 años (en el caso de Angola) por un colega y amigo? Jamás olvidaré ese acto, porque como me dijese un profesor "no hay que poner como excusa la necesidad de trabajar". Valoro la decisión, no solo por tratarse de venezolanos sino por involucrar a profesionales de la comunicación.
El dinero compra canales, pero no las conciencias. El dinero no puede comprar aquello que no estás dispuesto a vender.
Aclaro a ti, estimado lector, no es un blog de política, ni tampoco un post del tema. Simplemente, hago uso consciente de mi voz y mi libre voluntad para respaldar a quienes prefirieron renunciar antes de trabajar en disconformidad con sus valores y principios éticos. Creo firmemente que cada cual debe laboral en la organización que comparta sus valores, porque de lo contrario, sería como negarse a sí mismo. La finalidad de estas líneas es demostrar, a través de hechos recientes, que si podemos actuar con tal desinterés y solidaridad, lograremos el país que queremos. Porque, la solidaridad, no conoce de toldas políticas. Simplemente es.
Eso quiero. Que sea, que exista, que se dé en todas las esferas de Venezuela. Que no dudemos en tomarla como una máxima de vida, transmitirla y contagiarla. Porque quiero, que no pase un día sin que seamos solidarios, porque de la unión nace la fuerza y, de la proactividad del venezolano, la vida que todos desean.

viernes, 24 de mayo de 2013

Risoterapia espontánea

No sé a ustedes, pero en lo personal, me parece muy interesante el ejercicio del cambio de roles. El participar en uno te permite ver la otra cara de la moneda, rompes algunos paradigmas y ¡sorpresa! te encuentras con que tu mentalidad no lograba comprender cómo se desarrollan los hechos en toda su dimensión. En una empresa, te posibilitarían valorar el trabajo del prójimo, dejar el egocentrismo y abandonar (aunque sea de momento) aquella hostil vanidad, que termina por convertirte en una isla social. Nunca he tenido la oportunidad de involucrarme en uno; sin embargo, si se me presenta, no la desaprovecharé.
Recuerdo que una profesora, semestres atrás, nos exhortaba a intentar cosas diferentes en cuanto al ejercicio de la carrera. Actualmente, otra nos motiva a que cambiemos (a elección) algunas conductas en nuestra vida. Todo esto desemboca en que apliqué, sin plena consciencia de ello, ambos consejos y comprendí la importancia que implican.
Para nadie es un secreto que un salón siempre se divide en pequeños grupos distintos entre sí, podemos pasar años estudiando con individuos sin darnos el tiempo de conocerlos. No, no leíste mal. Escribí con total intención "darnos". Porque no son pocos quienes esperan que los demás den el primer paso. "Es que ellos no me conocen", "son prepotentes", "son hipócritas", "me juzgan", "me critican"; son sólo pretextos. Admítelo. ¿Cuántos culpan al resto por las divisiones cuando no mueven ni un dedo por fomentar la unión? ¿Por qué esperas que se te acerquen? ¿Por qué no hacerlo tú? No pretendo convertir este post en una clase de autoayuda, no puede estar más distante de mi auténtica intención. Esto es solo uno de los innumerables resultados de mi experiencia de ayer, que quiero compartir con quienes se tomen el tiempo para leerla.
Por azar de la vida, tan sencillo como comprensible, elegí sentarme en un puesto diferente para mi clase. Cualquier estudiante, o persona que recuerde sus tiempos como uno, sabe que dependiendo de dónde te sientes entrarás "en la zona" de algún grupo. Es como una ley tan evidente y clara que todos entendemos. De hecho, la mayoría entra como autómata al lugar de costumbre.
 Mi singular decisión provocó que quedase cerca de compañeros con los que comparto muy poco. Un comentario fue el inicio de la amena conversación que sostuve con varios de ellos, sin que me diese cuenta, estábamos riendo a carcajadas. Tengo que ser sincera: no suelo ser de risa fácil, pero cuando algo me causa gracia prorrumpo en sonoras carcajadas. Ese fue el caso.
Me sentí como en un risoterapia espontánea.
No fue un cambio de roles, pero me permitió aprender de mis compañeros. Esos que no quisiese volver a llamar así, porque prefiero referirme a ellos como amigos.
En aquel instante, invité a una chica del salón a acercarse, pero me temo que no comprendió los pormenores implícitos en mi propuesta. Pensando en detalle, reflexionando, me pregunto ¿cuántas risas esperaron por salir durante casi cinco años? ¿cuántas anécdotas compartiría con ellos? La verdad es que, sin saberlo, podemos estar construyendo paredes que nos alejen de los demás. Podemos estar ignorando a esa gran persona que se sienta unos puestos atrás, que vive al frente, que trabaja en otro departamento, que acaba de entrar a la empresa. Porque nos quedamos en las apariencias. Curiosamente, hace pocos días, le comentaba a un amigo que quería escribir sobre ellos, pero lastimosamente no sabía sobre qué. Desconozco si es consecuencia de mi optimismo o mi manera de ser. Sin embargo, la vida parece apreciar tu disposición a darte oportunidades, así que te brinda la misteriosa opción de cambiar de puesto.
En mi caso, fue un pupitre distinto. En tu caso, lector mío, puede ser un saludo cordial, un cumplido a ése que no le sueles dirigir palabra, un comentario al empleado de otro departamento. Claro, si te animas a descubrir que puedes estar equivocado. No sé qué opinarás, pero para mí, vale la pena equivocarse. Amo el error que me acerca a los demás, que me enseña, que me permite construir un recuerdo tan sencillo como especial.
Aprendí que siempre es mejor reírse de eso que te incómoda, que amenaza con amargarte el día; algo que solo un venezolano puede enseñar. Hace falta que el venezolano dé clases magistrales, como la que recibí de mis futuros colegas, de cómo sobrellevar los momentos difíciles. En estos tiempos que vivimos, para el mundo es esencial decidirse por una carcajada en lugar de un arma cargada.
Me veo en la necesidad de declararle la guerra al egocentrismo, a la rabia, a la intolerancia, que buscan quitarle el color a la vida. Yo, como buena  venezolana, prefiero reírme de las vicisitudes del día a día.

jueves, 23 de mayo de 2013

Ni cómplice ni simple observadora

Hay muchas maneras de expresarse, incontables formas de hacerse oír y de compartir tus pensamientos con los demás. Sin embargo, es preocupantes cómo se hizo costumbre protestar para exigir un derecho. Podría citar un sinfín de ejemplos, pero quiero concentrarme en uno: el sueldo justo para el profesor universitario.
Considero que entre mayor sea la educación e instrucción de los ciudadanos, más pacífico será el país. El dinero invertido en la enseñanza se refleja en un abanico de beneficios. Es un tamaño irrespeto a los profesionales que dedican su tiempo y esfuerzo en formar a las próximas generaciones. Admito que sin su incansable labor, las casas de estudio estarían vacías, perderían su valor; su razón de ser.
¿Cómo motivamos a los profesores universitarios? ¿Cómo les pagamos por esa labor que hace avanzar a nuestra sociedad? Con desmotivación. Casi forzándolos a dejar las aulas vacías. A dejar a millones con sed de conocimiento.
Hay que llamar las cosas por su nombre, porque la gravedad de la transgresión lo amerita. ¿Cómo pueden pagarles un sueldo tan mísero? Uno insuficiente para cubrir sus necesidades, insuficiente para motivarlos, para seguir con su vocación. Un sueldo así, es un insulto. ¿Qué Venezuela construiremos si permitimos ese trato a estos profesionales? Sí, me importa. Sí, me afecta. Porque tenemos derecho a la educación y el problema atenta contra este derecho y contra la dignidad de la persona.
Porque quiero que las aulas de cada universidad del país tengan tal afluencia, que no se pueda postergar la edificación de nuevas. Porque creo en el poder de la educación, estoy segura que es la vía para que los venezolanos avancemos. Esta es mi protesta, pacífica, pero real. Con la verdad de bandera, basada en hechos. Porque no dudo, ni por un segundo, que la palabra es la herramienta de quienes tenemos la razón.

Injusticia masiva

En esta entrada, quiero ratificar que no me quedaré callada ante las injusticias que vive hoy mi país. Por eso, me veo en la necesidad de escribir estas líneas. Para nadie es un secreto que, luego de las elecciones del 14-A, los empleados públicos y de empresas del gobierno, han sido víctimas de la persecución por sospecharse que votaron a favor del candidato opositor. Muchos han sido despedidos por las sospechas de que no apoyan a Maduro. Estoy en desacuerdo con esta injusticia masiva, porque esta persecución, solo pretende violar el secreto del voto. Ni estoy de acuerdo ni justifico de manera alguna que se les revise el celular, los mensajes de texto, correos y cuentas en redes sociales entre otros para conocer su preferencia política. No creo que la tendencia política comprometa el rendimiento laboral, que los haga menos capaces de desenvolverse en sus funciones.
¿Acaso el votar por una opción contraria los hace incapaces o menos valiosos para el país? Si quieren sostener esas medidas compartan los estudios realizados que explican el fenómeno que vuelve incompetentes a quienes piensan distinto. Con gusto los leeré. De existir un fenómeno así, debió ser estudiado alrededor del mundo.
¿Quieren que Venezuela funcione a media máquina? Con dos mitades trabajando por separado, hundiremos a la nación. Cualquiera deduce que una división tan marcada perjudica a todos por igual. Necesitamos del apoyo y trabajo de cada venezolano para superar la crisis en que vivimos. Porque, personalmente, soy incapaz de negar que el éxito de un venezolano redunda en la alegría y orgullo del resto. Porque (sin ser fanática) celebro con gran alegría los goles de la Vinotinto, porque valoro el esfuerzo que hacen, porque sé que detrás de cada gol está la pasión que los mueve y la esperanza de un país que quiere apoyar a su selección en el mundial.
No sólo por la Vinotinto, ejemplo para cada venezolano. Sino por cada venezolano que triunfa dentro o fuera de nuestras fronteras. Siento cómo se me llena de orgullo y satisfacción el corazón. ¿Cursi? No, es sólo una sinceridad que quiere llamar las cosas por su nombre. Siento que nos falta eso: sinceridad. Para llamar a la injusticia, injusticia, sin eufemismos, adornos o excusas.

martes, 21 de mayo de 2013

Un salón, un país

Conversando con una amiga sobre la necesidad de unir a las personas en nuestro salón, me di cuenta de que los peros y justificaciones son el pan de cada día en el país. Rechazaba cada sugerencia, idea o argumento. Alegaba que si no lo hicimos antes, ahora era muy tarde. Estaba ante un círculo vicioso.
Las personas suelen ver solo lo negativo de la situación, solo los defectos del otro; pero la pregunta de oro es ¿somos capaces de detenernos, ser objetivos, entender y aceptar el potencial de los demás?
Mi planteamiento se origina de lo siguiente, me propongo ver, con la mayor objetividad posible, a cada uno de los que forman parte de mi salón. Por esto, pude comprender la capacidad que poseen.
Antes de ahondar el tema, quiero aclarar algo: como futura profesional de la Comunicación Social, me debo a la verdad. Por eso, es en honor a la verdad, que escribo lo presente.
Iniciaré enfocándome en personas con las que mi trato es muy esporádico.
Jorge: es sumamente crítico y objetivo en sus opiniones. Johanny: tiene gran facilidad al hablar y una cultura muy nutrida. Mirian: tiene gran conciencia sobre la realidad ambiental de nuestro planeta, es prueba de que los prejuicios te llevan a equivocarte con las personas. María Alejandra: pocos saben que estudia, de manera simultánea, dos carreras de gran exigencia. Luz: sus metas están muy bien definidas: no quiere ser empleada, sino empleadora. Diego: es la clase de personas que puede sacarle conversación a cualquiera, sin duda una herramienta invaluable en la profesión. Alejandra: con la suficiente determinación para trabajar en el negocio de su familia, estudiar y no dejar que nada se interponga al momento de alcanzar su título de licenciada. Fabiola: dedicada, centrada y objetiva. A pesar de su responsabilidad, es capaz de ceder y entender las fallas ajenas. María Gabriela: organizada y responsable, capaz de trabajar, estudiar, ser esposa y madre de familia. Ricardo: es creativo y capaz de adaptarse a los demás. Andrea: de constante buen humor, no permite que las circunstancias la conviertan en víctima. Siempre sonríe ante la vida. Dariana: dedicada, responsable y proactiva, con una gran responsabilidad en sus hombros. Alvic: con la cualidad de exponer cualquier tema y captar la atención con su peculiar estilo de oratoria. Marina: accesible para todos, inteligente y, sin duda alguna, una de las voces del salón. Jessica: su lenguaje corporal le dan un valor agregado a sus exposiciones, que le ayudan a vender ideas. Carla: su sonrisa que acompaña a sus presentaciones de ballet, sin duda alguna, una pasión que la distingue. Laly: leal a sus amigos y así misma, se organiza para ayudar con la empresa familiar y graduarse. Rossy Q. sincera y noble, dos aspectos que nadie debe ignorar de ella. Marianto: inteligente, dedicada y con el tacto suficiente para tratarnos a todos. 
Cada cual tiene aptitudes que Venezuela necesita para ser la nación que tanto decimos querer. Entonces, seamos congruentes. Dejemos de lado las mentalidades que, no solo nos frenan a nosotros, sino a una sociedad.
Hay que admitirlo; la realidad es que no podemos valorar lo que desconocemos, pero tampoco ponemos de nuestra parte por conocerlo. ¿Para qué? Es más fácil criticarlo, juzgarlo y llenarlo de etiquetas. Esto que presento ocurre por doquier: en un salón, edificio, barrio, en fin, en Venezuela.
Según demuestra la realidad en que vivimos, parte importante del país tiene la tendencia de ser sólo observadores. Puede hablar sin cesar de la problemática que enfrentamos. Sin embargo, a la hora de poner manos a la obra para ejecutar los cambios necesarios, imita a Pilatos lavándose las manos.
No hay por qué seguir negándolo, si todo sigue igual, es porque lo permitimos.
Yo me cansé de hacerlo.

sábado, 4 de mayo de 2013

Epidemia de costumbre

Hoy desperté sin luz en la casa, fui indiferente ante su ausencia por dos horas. Salí y regresé pero ni rastros de ella; creo que también quiere mudarse del país. Fui al supermercado, no había lo que necesitaba. Ya me iba, cuando escuché que pondrían algunos de los productos más buscados. Junto con mis padres tomé el último puesto en la cola, rondaban las 9:15 am. No faltaban embarazadas, personas de la tercera edad y madres con niños pequeños. Muchos ni siquiera tenían certeza de cuáles productos podrían adquirir.
Estuve hasta la 1:00 pm bajo el sol, observando cómo un señor mayor tuvo que irse porque "no veía", estaba mareado. Escuchando las quejas de las personas, viendo cómo se consideran "vivos" aquellos que se burlan con sus actos del tiempo de los demás, que les faltan el respeto. Cuando por fin avanzamos (teníamos por delante a más de 40 personas), muchos se apretujaban entre sí, pero eso no fue todo. Se "colearon" dejando a mi madre atrás. Mi madre, una señora de la tercera edad, soportó el calor y la espera por ese tiempo, sin quejas ni lamentos. Al final, mi padre y yo salimos de la fila al verla con lágrimas en los ojos por el abuso de los demás. Si consideran que soy ruda en mis palabras, sólo puedo decir que cuento lo que veo y vivo. Nuestra madre (después de Dios) es lo más sagrado que podemos tener, así que les pido que se pongan en mis zapatos y desde allí relean estas líneas. Contrario de lo que se pueda pensar, no les dije hasta del mal que se iban a morir. La violencia para mí, es una pérdida de tiempo.
La pregunta que queda por contestar es cómo me sentí por eso. Simplemente, le di prioridad a quien se lo merece. Sé que podré necesitar esos productos mañana, pero a mi madre la querré toda la vida.
Lamento la tristeza de Venezuela, porque el rostro de mi madre en ése instante, es el rostro de mi país desde hace más de 14 años. Mi amada Venezuela está enferma de costumbre, de migajas, de desconsideración, abusos y pisoteos.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Una voz honesta es más fuerte que una multitud

Este blog no nace como respuesta a un capricho, tampoco para hablar sobre trivialidades. Nace como respuesta a la necesidad de expresarme en favor del país que amo. No soy una figura pública, soy una futura licenciada en Comunicación Social que, como tal, no puedo quedarme callada ante la realidad de la nación. No puedo simplemente agachar la cabeza, ser sumisa y darle la espalda a Venezuela.
Sí, tengo un candidato de mi preferencia que gozó de mi apoyo en las dos últimas elecciones y, aún hoy, estoy dispuesta a darle mi voto de confianza. Sin embargo, una tolda política no me cegará, porque habría fracasado como futura profesional. Tengo la necesidad de ser crítica con ésa persona, de ver y reconocer sus defectos, no puedo hacerme de la vista gorda mientras finjo que no los tiene.
   
El día de ayer, en la AN fueron agredidos varios diputados de la MUD. Enterarme del hecho me hizo preguntarme ¿hasta dónde hemos llegado? Es indispensable aclarar que la indignación que causó el suceso en mí, no sería diferente si hubiesen sido diputados del PSUV. Porque sin importar su partido, sexo, raza o religión: SON VENEZOLANOS. Porque es mi deber rechazar la violencia así como defender la integridad física y mental de los hijos de Venezuela. Porque estoy cansada, hastiada, del nivel de violencia del país; y sé que como yo, hay millones que no quieren que el país siga así. No pretendo juzgar a nadie, pero no puedo hablar de paz y agredir al otro. Estoy segura de que ninguno de los lectores de estas líneas querrá presumir que vive en el 5to país más violento del mundo.
    ¿Es que no nos afecta por igual la escasez, la delincuencia, el desempleo? En lo personal, no quiero sentir que tengo casa por cárcel. Porque si nos ponemos a reflexionar ¿cuántos no han tenido que poner rejas, candados, alarmas y hasta asegurar sus casas? Salimos a la calle con miedo, ya no vivimos. Estamos sobreviviendo.
   
    Espero que mi voz sea escuchada, que no sólo sean leídas y olvidadas estas líneas. Sino que tomemos conciencia, porque no se le puede decir a una madre que escoja entre sus hijos. No podemos decirle a Venezuela que rechace a la otra mitad del país. Ésa sería la auténtica traición.