jueves, 23 de mayo de 2013

Injusticia masiva

En esta entrada, quiero ratificar que no me quedaré callada ante las injusticias que vive hoy mi país. Por eso, me veo en la necesidad de escribir estas líneas. Para nadie es un secreto que, luego de las elecciones del 14-A, los empleados públicos y de empresas del gobierno, han sido víctimas de la persecución por sospecharse que votaron a favor del candidato opositor. Muchos han sido despedidos por las sospechas de que no apoyan a Maduro. Estoy en desacuerdo con esta injusticia masiva, porque esta persecución, solo pretende violar el secreto del voto. Ni estoy de acuerdo ni justifico de manera alguna que se les revise el celular, los mensajes de texto, correos y cuentas en redes sociales entre otros para conocer su preferencia política. No creo que la tendencia política comprometa el rendimiento laboral, que los haga menos capaces de desenvolverse en sus funciones.
¿Acaso el votar por una opción contraria los hace incapaces o menos valiosos para el país? Si quieren sostener esas medidas compartan los estudios realizados que explican el fenómeno que vuelve incompetentes a quienes piensan distinto. Con gusto los leeré. De existir un fenómeno así, debió ser estudiado alrededor del mundo.
¿Quieren que Venezuela funcione a media máquina? Con dos mitades trabajando por separado, hundiremos a la nación. Cualquiera deduce que una división tan marcada perjudica a todos por igual. Necesitamos del apoyo y trabajo de cada venezolano para superar la crisis en que vivimos. Porque, personalmente, soy incapaz de negar que el éxito de un venezolano redunda en la alegría y orgullo del resto. Porque (sin ser fanática) celebro con gran alegría los goles de la Vinotinto, porque valoro el esfuerzo que hacen, porque sé que detrás de cada gol está la pasión que los mueve y la esperanza de un país que quiere apoyar a su selección en el mundial.
No sólo por la Vinotinto, ejemplo para cada venezolano. Sino por cada venezolano que triunfa dentro o fuera de nuestras fronteras. Siento cómo se me llena de orgullo y satisfacción el corazón. ¿Cursi? No, es sólo una sinceridad que quiere llamar las cosas por su nombre. Siento que nos falta eso: sinceridad. Para llamar a la injusticia, injusticia, sin eufemismos, adornos o excusas.

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