martes, 21 de mayo de 2013

Un salón, un país

Conversando con una amiga sobre la necesidad de unir a las personas en nuestro salón, me di cuenta de que los peros y justificaciones son el pan de cada día en el país. Rechazaba cada sugerencia, idea o argumento. Alegaba que si no lo hicimos antes, ahora era muy tarde. Estaba ante un círculo vicioso.
Las personas suelen ver solo lo negativo de la situación, solo los defectos del otro; pero la pregunta de oro es ¿somos capaces de detenernos, ser objetivos, entender y aceptar el potencial de los demás?
Mi planteamiento se origina de lo siguiente, me propongo ver, con la mayor objetividad posible, a cada uno de los que forman parte de mi salón. Por esto, pude comprender la capacidad que poseen.
Antes de ahondar el tema, quiero aclarar algo: como futura profesional de la Comunicación Social, me debo a la verdad. Por eso, es en honor a la verdad, que escribo lo presente.
Iniciaré enfocándome en personas con las que mi trato es muy esporádico.
Jorge: es sumamente crítico y objetivo en sus opiniones. Johanny: tiene gran facilidad al hablar y una cultura muy nutrida. Mirian: tiene gran conciencia sobre la realidad ambiental de nuestro planeta, es prueba de que los prejuicios te llevan a equivocarte con las personas. María Alejandra: pocos saben que estudia, de manera simultánea, dos carreras de gran exigencia. Luz: sus metas están muy bien definidas: no quiere ser empleada, sino empleadora. Diego: es la clase de personas que puede sacarle conversación a cualquiera, sin duda una herramienta invaluable en la profesión. Alejandra: con la suficiente determinación para trabajar en el negocio de su familia, estudiar y no dejar que nada se interponga al momento de alcanzar su título de licenciada. Fabiola: dedicada, centrada y objetiva. A pesar de su responsabilidad, es capaz de ceder y entender las fallas ajenas. María Gabriela: organizada y responsable, capaz de trabajar, estudiar, ser esposa y madre de familia. Ricardo: es creativo y capaz de adaptarse a los demás. Andrea: de constante buen humor, no permite que las circunstancias la conviertan en víctima. Siempre sonríe ante la vida. Dariana: dedicada, responsable y proactiva, con una gran responsabilidad en sus hombros. Alvic: con la cualidad de exponer cualquier tema y captar la atención con su peculiar estilo de oratoria. Marina: accesible para todos, inteligente y, sin duda alguna, una de las voces del salón. Jessica: su lenguaje corporal le dan un valor agregado a sus exposiciones, que le ayudan a vender ideas. Carla: su sonrisa que acompaña a sus presentaciones de ballet, sin duda alguna, una pasión que la distingue. Laly: leal a sus amigos y así misma, se organiza para ayudar con la empresa familiar y graduarse. Rossy Q. sincera y noble, dos aspectos que nadie debe ignorar de ella. Marianto: inteligente, dedicada y con el tacto suficiente para tratarnos a todos. 
Cada cual tiene aptitudes que Venezuela necesita para ser la nación que tanto decimos querer. Entonces, seamos congruentes. Dejemos de lado las mentalidades que, no solo nos frenan a nosotros, sino a una sociedad.
Hay que admitirlo; la realidad es que no podemos valorar lo que desconocemos, pero tampoco ponemos de nuestra parte por conocerlo. ¿Para qué? Es más fácil criticarlo, juzgarlo y llenarlo de etiquetas. Esto que presento ocurre por doquier: en un salón, edificio, barrio, en fin, en Venezuela.
Según demuestra la realidad en que vivimos, parte importante del país tiene la tendencia de ser sólo observadores. Puede hablar sin cesar de la problemática que enfrentamos. Sin embargo, a la hora de poner manos a la obra para ejecutar los cambios necesarios, imita a Pilatos lavándose las manos.
No hay por qué seguir negándolo, si todo sigue igual, es porque lo permitimos.
Yo me cansé de hacerlo.

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